

Jorge Bunch Abogado
Sin lugar a dudas, Jesucristo es el más grande comunicador de todas las épocas, sus palabras han resonado desde la primera eternidad a partir de la creación del mundo, “En el principio era el verbo...”
Sin lugar a dudas, Jesucristo es el más grande comunicador de todas las épocas, sus palabras han resonado desde la primera eternidad a partir de la creación del mundo, “En el principio era el verbo...” y serán escuchadas hasta el final de los tiempos.
Desde muy niño -cuentan las escrituras- después de estar desaparecido por tres días, María y José encontraron a Jesús en el templo sentado en medio de los doctores de la ley, ellos mismos se maravillaban de su sabiduría, inteligencia y conocimiento, pues hablaba con autoridad y poder.
La presencia de Jesucristo –a través del Santo Espíritu- transmite poder y vida, basta recordar el pasaje bíblico de la muerte de Lázaro, cuando Marta la hermana del difunto le dice a Jesús: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”.
A pesar de su corto ministerio terrenal, el mensaje del Mesías ha trascendido los siglos y hoy está más vigente que nunca. En su época, confrontó a la rancia estirpe farisaica, conmocionó a la plutocracia romana y desconcertó al pueblo judío. Cristo dividió la historia de la humanidad con su doctrina y la forma de su comunicación, lo complicado lo hizo simple y lo profundo sencillo.
Por su contenido profético sin rodeos ni ambigüedades, el mensaje de la cruz y del reino de Dios es directo - aún en forma de parábola- penetra hasta partir el alma y el espíritu, siempre despertará el interés en la audiencia.
Actualmente, Jesucristo nos envía sus mensajes a través de milagros y su presencia salvadora y sanadora, es más real que nunca, “bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”. Su palabra, con un contenido multicultural sigue llegando a todos los estamentos sociales, políticos, religiosos y económicos; transformado vidas y libertando a los cautivos. El que escucha sus enseñanzas nunca será el mismo.
De Cristo debemos de aprender cuatro claves básicas en la comunicación: la primera, es la simplicidad para un mensaje efectivo, quienes pretenden impresionar a los auditorios con frases rimbombantes pierden el tiempo, Jesús nos dio el ejemplo, “Vete y no peques más”. La segunda, conocer el auditorio al cual se dirige, una cosa era hablar a las multitudes, otra a sus discípulos y otra muy diferente a los escribas y fariseos. La tercera, tiene que ver con la credibilidad, Jesús se expresa con la verdad y la verdad hace libres a quienes le escuchan. La última, consiste en la retroalimentación o la respuesta del auditorio, el Señor enseñaba, redargüía, corregía e instruía en justicia y la audiencia quedaba confrontada con el poder de Su palabra.
Jesucristo formó una escuela en la comunicación con un pequeño grupo de personas -sus discípulos- con ellos se dio origen a la iglesia que, como cualquier criatura recién nacida, era vulnerable, no contaba con dinero, influencia o poder político; sin embargo, marcharon jubilosos, con valentía y poder a cumplir con la misión de transformar el mundo, logrando penetrar e impactar la faz del gran imperio romano. Esos doce hombres sencillos y del común, sin instrucción en su gran mayoría, aparentemente indefensos y desprotegidos ante un mundo poderoso y hostil, habían tenido un Maestro sin par, que les dejó el mejor patrimonio, su Santo Espíritu, con Él han trastornado el mundo y es el mismo que mora en nosotros.

